Desde el colectivo peñista, en colaboración con Veloclub Ribera del Duero, se hizo entrega de una placa conmemorativa a la esposa del malogrado entrenador, que da nombre a la escuela infantil del equipo ciclista de las tierras del Duero
El deporte siempre engrandece a sus figuras. Más aún a aquellas que dieron tanto pasando desapercibidas para el gran público. El nombre de Julio Torres no le es desconocido a ningún aficionado al ciclismo de las tierras del Duero, y desde este pasado fin de semana ha pasado a formar parte de la rica historia de la Fiesta de la Bicicleta de Tierra Aranda.
El entrenador que lo fuera de tantas generaciones de ciclistas, entre ellos los dos actuales profesionales arandinos Mario Aparicio y Sara Martín, recibió el cariño de decenas de aficionados que secundaron un año más la singular cita que organiza la peña Tierra Aranda.
Un homenaje póstumo que pudo recibir su viuda, Carmen, de manos de un público compuesto por aficionados, peñistas, miembros de Veloclub Ribera del Duero y los propios integrantes de la Escuela Julio Torres.
Alrededor de un centenar de aficionados a las dos ruedas llenaron de colorido las calles de una capital de las tierras del Duero. Los participantes disfrutaron además de un buen avituallamiento antes de regresar a la Plaza del Trigo donde se desarrollaría la tradicional gincana para los más pequeños, a cargo de Veloclub Ribera del Duero.
Una nueva mañana ciclista en la que lo importante fue mostrar el cariño que desde los tiempos de Carmelo Miranda, miembro de Tierra Aranda, se le tiene a este deporte desde la populosa peña arandina.
Todos los participantes esperaron al colofón de esta edición de Fiesta de la Bicicleta. Un momento de reconocimiento público en el que el colectivo peñista y el propio Veloclub -junto con su escuela a la que desde hace meses da nombre el propio Julio Torres- hicieron entrega de una placa conmemorativa a su esposa Mercedes. Una mañana de confraternización que pudo vivir in situ DUERO Deporte:
